lunes, julio 24, 2006

Power Grid (Funkenschlag)

El fin de semana pasado fue el del descubrimiento del Power Grid. o Funkenschlag para los teutones. Lo cierto es que pese a ser mucho más fácil nombrar a este juego en inglés, como que mola mucho más decir su nombre en alemán. Es de esas palabras alemanas de toda la vida que parece mentira que ellos mismos la sepan pronunciar.

El Power Grid es, básicamente, un juego totalmente imprescindible si se quiere conocer el verdadero fundamento de esto de los juegos alemanes. Y yo sin haber jugado hasta hoy.
Power Grid es un juego de tablero en el que pueden participar de 2 a 6 jugadores y en el que cada partida no durará menos de dos horitas. Quizá eso pueda echar para atrás a muchos, pero que no se deje cegar por eso. Aunque es cierto que la duración es larga, las partidas se pasan volando. Es como una buena película.

La temática es muy sencilla. Imaginemos que somos el resultado de una opa hostil de Endesa a Gas Natural (ups...dejemos la política a un lado), o sea, que cada uno de los jugadores representa una compañía eléctrica que ha de suministrar luz a todo un país (Alemania o USA en el juego original, que viene con tablero reversible. Otro detalle más). Para ello, tenemos que ir comprando centrales que nos puedan generar electricidad, recursos o materias primas para que éstas puedan funcionar, distribuidoras que situaremos estratégicamente en los nodos de las ciudades (hay tres nodos por cada ciudad, y al principio sólo hay uno activo; luego, según se avanza, se habilitan los otros) y, después, como buenos empresarios, obtener ganacias para, posteriormente, reinvertirlos de nuevo en nuestro negocio y aumentar así exponencialmente nuestros beneficios.
Y así hasta que se alcance un número concreto de distribuidoras sobre el tablero (dependiendo del número de jugadores). Llegado ese momento, no gana ni el que más dinero tiene ni el que más distribuidoras haya comprado sino quien haya sido capaz de dar servicio al mayor número de distribuidoras.

Y esto es todo. La verdad es que, pese a parecer que va a ser algo muy complejo, sólo hay cuatro reglas y, en cuanto se echa la primera ronda, las demás salen solas.
Estamos ante un juego brillante porque mezcla muchos estilos, muchas mecánicas: la subasta (para conseguir las centrales), la compra (los recursos), la estrategia (para decantarse por unas centrales que produzcan poco y sean baratas o por otras que produzcan mucho pero sean caras, o para situar las centrales en cierta parte del tablero...), las mayorías (el juego se divide en tres fases. En la primera sólo puede haber un jugador en cada ciudad, en la segunda -cuando se han construido cierto número de distribuidoras- ya se pueden ocupar dos -pero no el mismo jugador- y en la tercera -cuando sale la carta que lo indica- se pueden ocupar los tres)...

Y además sirve para ejercitar la mente. Jugar al cifras y letras es pan comido comparado con las cuentas que hay que ir echando para saber lo que cuesta poner las distribuidoras (el primer nodo siempre vale 10, el segundo -a partir de la segunda fase- 15 y el tercer - a partir de la tercera- 20) y los enganches entre unas y otras, ya que siempre han de estar interconectadas y hay que pagar el precio establecido en el tablero (va desde 0 hasta veintipico, por lo que hay que tener claro lo que se puede uno gastar). Hay que saber muy bien el dinero que se tiene, lo que se quiere hacer con él y lo que se debe hacer con él si quieres que te dé para lo que pretendes hacer con él.

Pero es que eso no es todo. La creación del juego es tan sumamente inteligente que se ha ideado un modelo de rotación por turnos de manera que el jugador que, a priori, peor va durante la partida, es el que tiene la opción de comprar recursos más baratos para poder equilibrar la balanza. Así, siempre hay oportunidades para el más débil, igualando la cosa.

Y por si fuera poco, los materiales son bastante atractivos. Un gran tablero de buen material, unas cartas de centrales muy chulas y un buen puñado de fichas típicas de madera de distintas formas y colores. Quizá lo peor son los billetes, que parecen sacados del Monopoly y que podrían haberse currado más.

Power Grid es, además, totalmente independiente del idioma, y las instrucciones en español se pueden conseguir fácilmente en la BSK en Boardgamgeek.

Su precio, menos de 30 euros en las tiendas españolas, está más que compensado. Además, existe una expansión con los tableros de Italia y Francia, para darle una vueltecilla.

Como decía antes, estamos ante uno de los grandes juegos de mesa del momento. Su variedad, su tensión continua, o su sencillez no aparente lo convierten en todo un clásico y hacen comprender por qué éste es siempre uno de los juegos mejor valorados por la gente.

martes, julio 18, 2006

Recuperando sensaciones

El otro día, hablando con unos amigos (también enviciados) me salió una frase que me hizo, a posteriori, reflexionar: "Quién me iba a decir a mí que iba a encontrar un nuevo hobbie de este estilo a los 26 años". Y lo encantado que estoy.
Y es que es verdad. Se supone que las aficiones se suelen tener desde muy pequeño. No sé; a mí, desde que nací, me apasiona el fútbol. Mis padres siempre recuerdan que en el Mundial de España del 82, con dos añitos, cogía un periódico y me iba directo hacia los deportes y decía: "Platini". Yo, que no sé dónde fue a parar todo ese intelecto, siempre he sentido admiración por los buenos músicos de rock. Siempre. Y desde hace muchos años me vuelve loco el buen cine, el que te hace pensar, el que te cuenta historias interesantes. Ese. Y a mí, desde mi añorado Spectrum, o incluso antes, desde una maquinita matamarcianos bastante lamentable ella pero hiperadictiva, me habían gustado los videojuegos (el día que descubrí que el fútbol y mi amor por el vicio se unían intrínsecamente en Pro Evolution Soccer mi vida se empezó a enderezar).

De la misma forma, yo, ahora periodista, recuerdo (y me recuerdan a menudo) que mi verdadera vocación siempre había sido esta de contar cosas. Lo tenía claro. Desde siempre. Y eso pese a tener que soportar que cientos de familiares te recordaran en cada boda o similar aquello de: "Tú, hijo, tenías que estudiar algo mejor, una ingeniería, que puedes, y es lo que te va a sacar de pobre". Algo mejor. Siempre me ha hecho mucha gracia eso. Qué puede haber mejor que lo que uno quiere hacer. Qué puede haber mejor que lo que uno sabe que puede hacer mejor.

Vamos, que veo como natural que uno vaya descubriendo a ciertas edades sus inquietudes, sus aficiones, sus hobbies. Todos los pequeños detalles que marcarán su vida. Por eso, tras decir esa frase que comentaba al principio, yo, recordando aquel niño que dicen que fui, me puse a pensar. Sin que sirva de precedente. Y me di cuenta de que esto de haber descubierto los juegos de mesa alemanes a los 26 años es una auténtica suerte.
Es más, yo diría que es una de las mejores sensaciones que se pueden tener. Tener algo nuevo de lo que hablar, algo nuevo de lo que interesarse, algo nuevo que poder contar a los amigos, algo nuevo que haga unirse de nuevo a esas amistades que se van separando con la edad, algo nuevo que sirva de excusa para juntarse en casa con la gente que quieres. Algo nuevo que te llene de vida.

Y en esas estamos. Que me apetecía compartir esa sensación. Si alguien siente algo parecido o quiere apedrearme por sentirlo, no dudéis en dejarlo en los comentarios.

viernes, julio 14, 2006

Genial


Genial es un juego abstracto del colega Reiner Knizia. Pueden jugar de 2 a 4 personas (incluso hay una variante oficial para hacer un solitario) y es, sin duda, un juego preparado para jugar con toda la familia. Uno de esos que si se vendieran de serie en los Carrefour se convertiría en un superventas. Está publicado en español por Devir y su precio ronda los 30 euros. En las tiendas online españolas (cada día tienen precios más atractivos y un stock más importante), como en la Pcra, se puede encontrar algo más baratito.

El funcionamiento del juego es tan sencillo como adictivo: el tablero, hexagonal, está formado por pequeños hexágonos que recuerdan la composición de una colmena. Cada jugador saca de una bolsita un número de fichas que mantiene ocultas. Las fichas, formadas por dos símbolos cada una (como el dominó), se van colocando en el tablero a elección de cada uno de los jugadores. Hay seis tipos de símbolos (cada uno tiene una forma distinta y un color diferente, para ser fácilmente reconocibles), luego hay fichas con todo tipo de combinaciones. Y el juego consiste en ir casando las fichas en el tablero (de nuevo como el dominó) para ir consiguiendo puntos y, al mismo tiempo, ir evitando que los rivales puedan conseguir grandes combos de puntuación.

Y ya está. Bueno, casi. Porque si algo destaca siempre en los juegos de Knizia suele ser el sistema de puntuación, y este es el caso. Como se puede ir puntuando con todos los símbolos (o colores) -si consigues alinear tres fichas del mismo símbolo, sumas tres; si, además, con la otra parte de la pieza, sumas 5 iguales de esa, sumas 3 de una y 5 de la otra-, lo fácil hubiera sido que quien más puntos tuviera al final, ganaba. Pero no. Hay que complicarlo un poco para darle vidilla. Por eso, el que gana es quien tiene más puntos en la peor de las filas de puntuación de su tablerito. O sea, que no te puedes dedicar a hincharte a puntos rojos si tienes el verde abandonado, porque al final, será tu peor color (o símbolo) el que dicte sentencia.

Las partidas duran poquito, menos de media hora. Son rápidas, divertidas y dinámicas. Y, si juegan cuatro, se puede jugar por parejas (otra vez más como el dominó). Ideal para jugar con los padres o con gente no habituada a los juegos de mesa.
Si se juega sólo a ganar, adolece de estrategia e interés "cerebral", por lo que es más que recomendable ser el típico mamón que va a putear. Para qué decirlo de otra forma.

Los materiales son muy chulos. El tablero es el típico de este tipo de juegos, duro y resistente; las piezas son originales y visualmente queda muy curioso todo encima de la mesa.

Un juego familiar y recomendable, pero teniendo claro que estamos ante algo abstracto. Una mezcla de ajedrez con dominó aliñado con toques alemanes. Eso es Genial. A disfrutarlo.