miércoles, septiembre 20, 2006

Diamant



Diamant es, básicamente, otro de esos juegos imprescindibles para animar las reuniones con los amigos. Ni más ni menos.
Aunque el juego está diseñado para ser jugado de 3 a 8 jugadores, a más, mucho mejor. El juego, diseñado por Alan Moon y Bruno Faidutti (dos de los grandes), es de un funcionamiento excepcionalmente sencillo, con una mecánica simple pero brillante y de una rapidez inusitada.

Vayamos al grano. En Diamant, cada jugador hacer el papel de un aventurero buscador de tesoros (diamantes, obvio) en cualquier selva perdida en el mundo del señor. Y, como es lógico, para encontrar las piedras preciosas ha de internarse en cuevas recónditas y peligrosas.
El juego está dividido en cinco turnos (cinco cuevas) y cada turno comienza con todos los jugadores entrando a la cueva juntos. En ese momento, se empiezan a jugar cartas (comúnes), que pueden ser de tesoro o de catástrofe. Si sale de tesoro, el premio se reparte proporcionalmente entre los jugadores (aunque todavía no son de su propiedad) que aún están en la cueva y, si la media no es exacta, las que sobran se dejan encima de la carta como botín futuro para quien salga.
Si sale de peligro, en el momento en el que sale otra similar (hay varios tipo de peligro distintos), o sea, dos iguales, se acaba la ronda, por lo que los jugadores que aún no hayan abandonado la cueva perderán todo el botín que habían acumulado.

Así, la única decisión que hay que tomar en el juego (que no es poco) es cuándo abandonar la grutilla. Salir significa asegurar el botín, pero salir pronto puede ser renunciar a una suculenta cantidad. A más riesgo, más premio si consigues salvar el envite.
Por tanto, se trata de un juego en el que en ocasiones (ay, el azar) el prudente ganará al arriesgado y en otras el valiente (o aparentemente imprudente) pasará por encima del conservador (o rajado, vaya).

Y no hay más. Diamant es sólo eso. Velocidad, dinamismo, interacción, presiones de los jugadores, decisiones instantáneas y mucha diversión. Tanta, que es imposible jugar sólo una partida. Es un juego que pide tres o cuatro. Pero, cuidado, quien busque un juego de comerse el coco o pasarse horas y horas jugando, que tenga claro que este no es el que pretende encontrar.

Estamos ante un gran filler o juego de "relleno", ideal para jugar entre otros más espesos o como aperitivo de una gran sesión de muchos juegos rápidos y fáciles de explicar. Genial para jugar con neófitos.

Pero lo que más destaca en esta gran obra es, sin duda, la inigualable calidad de sus componentes. El tablero (que casi ni se usa pero es muy chulo) tiene un color y una presencia impresionante. Como los diamantes. Seguro que alguno ha tenido la idea de regalarle uno a la parienta...Y las fichas y los cofres, igual; de lujo.

El precio del juego es muy variable. De tiendas por Alemania llegué a verlo a 30 euros y lo terminé comprando por 13 (un chollo, eso sí). Lo normal es conseguirlo cercano a los 20 euros.
Ah, y el tiempo de juego es muy poco. Menos de media hora por partida.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Pedro:

No he podido dejar de escribirte y me vas a perdonar pero es para corregirte . He leído un par de veces en esta reseña de Diamant la palabra "motín" y creo que lo que quieres decir es "botín"... Si me equivoco perdona. Sólo quiero ser de ayuda, me gusta mucho tu blog y lo sigo habitualmente.

Un abrazo.

Álex, el Calamar de Lavapiés.

Pedrojar dijo...

Pues muchas gracias¡¡ Tienes toda la razón...Es lo que tiene escribir a toda leche...y después de haber jugado al Meuterer, jaja.
Lo que me sorprende a mí mismo es que lo haya puesto más de una vez...En fin, lapsus de la vida.

Espero que el espíritu de Lázaro Carreter no caiga sobre mí.

Gracias por leer, por repetir, y sobre todo por participar y corregir. Que para eso estamos.

Saludos Álex

Anónimo dijo...

Hola de nuevo:

Yo también espero que el espíritu de Lázaro Carreter se apodere de mí. Era sólo una pequeña apreciación.

He visto que eres de Madrid... ¡Cuando quieras echamos unas partiditas a algo!

Un abrazo y te sigo leyendo.

Álex, el Calamar de Lavapiés.

Anónimo dijo...

Perdón, quise decir que espero que NO se apodere de mí.

Ves, todos tenemos pequeños lapsus.

Otro abrazo.

Álex.