Modern Art
Una de mis últimas adquisiciones. Es uno de esos juegos de los que había oído hablar por todos los lados (mentira, nadie habla de los juegos de mesa alemanes salvo los frikis como yo y mi subconsciente), así que, paseando involuntariamente por una tienda madrileña (pasaba por allí, y claro...) no pude resistirme a comprarlo.
Modern Art es un juego de Reiner Knizia, de quien ya he comentado el Razzia, y también se apoya en las subastas para su brillante mecánica. Pero no tiene nada que ver, la verdad. En este caso, las subastas son el leit-motive del juego de forma absoluta.
Los jugadores (de 3 a 5) son mercantes de arte. Subastadores, vaya. Cada uno representa a una galería, a un museo (Bilbao, New York, etc.). Y hay varios artistas que van ofreciendo sus obras. Y, como en la realidad, las obras de arte se subastan. Hay varios tipos de subasta: abierta, de una ronda, de precio fijo, oculta o doble. Cada una con su peculiaridad.
Y el juego funciona de la siguiente manera: cada jugador, en su turno, saca una obra de las que tiene en la mano; la que quiera. Y la subasta siguiendo las indicaciones de la leyenda que tiene en las esquinas. Si se la compra otro de los jugadores, el subastador se queda la pasta que haya conseguido. Si la compra él, paga la pasta a la banca.
Y así hasta que la quinta obra de cualquiera de los artistas sale a la palestra. Entonces, se acaba la ronda y se pasa al recuento. El artista del que más obras se hayan subastado será el más cotizado. Se hace lo mismo con el segundo y el tercero. Entonces, cada museo está obligado a vender las obras adquiridas (multiplicando el número de obras por su cotización -que irá subiendo, o no, en las rondas posteriores-). Y ya está. Hay cuatro rondas. Quien más dinero tenga al final, gana.
Por tanto, hay interactividad absoluta, el juego es rápido (unos 30-45 minutos), dinámico y muy divertido. Además, como el dinero se mantiene oculto en todo momento, nunca se sabe quién puede ganar (salvo que seas Rainman y sepas contar cartas, cifras y apuestas como quien come pipas). Y hay estrategia. No sé cual es la buena, pero la hay. Porque hay que intentar ir haciéndose con el más cotizado en cada momento, o terminar la ronda cuando a uno le interese, o comprar lo justo a la espera de una ganga, o sorprender a la gente con dobles...
En fin, un juegazo de los que merece la pena, aunque su precio no sea el más apropiado (conseguirlo por menos de 23-25 euros es bastante improbable). Quizá su punto débil, por poner algo, es que los materiales no son de lo mejorcito que he visto. Pero ocupa poco y la caja mola.
P.D.: El otro día gané al Bohnanza. Al fin. Y lo a gusto que me quedé.
1 comentario:
Jaja. Me alegro de que coincidamos...Casualidades de la vida (y gustos similares, claro). La verdad es que pese al precio y los componentes es un juego que merece la pena.
En cuanto a la tienda, no no, jeje. Esta está en Alcorcón, en un polígono...Es algo carilla habitualmente, pero tienen muy buen stock y cada vez que uno pasa por allí cae atrapado...
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