Juegos de mesa (Eurogames)
Siempre me han gustado los juegos de mesa. De toda la vida. Lo de pasar un rato con los amigos echándose una partida a algo divertido es de los mejores planes que ha habido siempre para pasar el tiempo libre.
Sin embargo, en los últimos años, lo venía dejando cada vez más. Y no es por falta de ganas, no. Era por pesadez. Porque llevo toda la vida jugando a los mismos juegos. Sin embargo, no había vez que pasara por unos grandes almacenes o una juguetería y que no me detuviera a rebuscar entre las cajas de los juegos de siempre en busca de algo medianamente inteligente que pudiera haber aparecido. Pero era en balde. Y yo, sorprendido, siempre comentaba: "Me parece increible que con la cantidad de gente que hay en el mundo, y habiendo 'gente pa tó' no haya ningún tipo dedicado a la creación de juegos de mesa novedosos". Afortunadamente, tenía razón.
Gracias a un amigo, David, oí hablar de unos juegos de mesa "alemanes". "Qué vicio", me decía él. Me explicó de qué iba alguno de los que había jugado y me dijo que eran increíbles, que aseguraban horas de juego y entretenimiento y que no tenían nada que ver con los de toda la vida.
Yo lo escuchaba, pero no le terminaba de creer. "Alemanes, sí, sí...claro, claro". Yo me imaginaba algún rollo raro con miles de consonantes seguidas formando palabras inteligibles y con una sosez exasperante. David me hablaba de negociación, de cereales y ovejas, de animales mitológicos, de construcción, de hexágonos...En fin, que no le di mucha importancia.
Pero llegaron las fecha navideñas y mis visitas en busca de regalos. Así, me encontré en medio de la tienda esta que se inventó San Valentín y el día del padre y, como era costumbre, me di una vuelta por los juegos; por cumplir con la tradición. Y bendito sea ese día. Entre Risk, Trivial, Monopoly y señores de los anillos varios, me encontré una caja rara, roja, con un título extraño: "Los colonos de Catán" y con unas letras en alemán que decían no sé qué de no sé qué premio...
Yo, suspicaz, pensé que había topado con un juego de los que me comentó mi amigo. Moví la caja, analicé el reverso y vi algo de cereales, negociaciones, hexágonos y ovejas. Bualá.
Y sin pensarlo, lo hice mío. Que mejor regalo de reyes que el que se hace uno mismo.
A partir de ese día, mi relación con los juegos de mesa alemanes (ahora sé que también se llaman Eurogames) se ha convertido en todo un idilio.
En este blog iré anotando mis impresiones sobre este nuevo y apasionante mundo en el que, en sólo un par de sesiones, he conseguido involucrar a mis amigos, también ajenos a la existencia de este nuevo mundo del entretenimiento. Entre unos y otros, en menos de un mes, estamos creando una interesante ludoteca que nos permitirá no volver a aburrirnos en mucho, mucho tiempo.
La idea es ir contando cómo veo cada uno de los juegos que voy probando y, por qué no, contar alguna de las sesiones más divertidas que tengamos.